Incluso personas nombradas en su puesto por el presidente de los Estados Unidos, pueden sentir la punzada helada del síndrome del impostor. Cuando Francisco Ruiz, que actualmente es el director de la Oficina de Política Nacional sobre SIDA de la Casa Blanca, se enteró de que lo estaban considerando para el puesto, se sentía por momentos como un candidato al Oscar. A pesar de su extenso currículo, sus credenciales ganadas con gran esfuerzo y experiencia de primera mano, consideraba un honor el simple hecho de estar nominado.
“Pensaba ¿Yo? ¿Estás seguro?”, dice. “A menudo, como miembro de una comunidad que no es invitada a la mesa, o es invitada pero no le dan micrófono, pensaba ¿Estoy preparado para ocupar este rol?”
Pero esas emociones iniciales desaparecieron a medida que continuó pasando entrevistas hasta que finalmente obtuvo el puesto. Las estrellas parecieron alinearse. Fue nominado para el puesto justo cuando estaba terminando de cursar su doctorado en salud pública en la Universidad de Harvard, lo que significaba que ya no debería estar en un aula en Massachusetts. Ahora, después de haber servido en la Casa Blanca bajo el Presidente Biden por menos de un año, ya ha logrado una diferencia visible y tangible en la comunidad del VIH.
“No sé cuándo duerme”, dice Christopher Cuevas, gerente general de programas Latinx en AIDS United. “Veo que su nombre aparece en muchísimas llamadas. Está en todos lados, y muestra su continuo compromiso con nuestra comunidad”.
Hablando con Ruiz, uno jamás imaginaría que podría ponerse nervioso. Habla con calma pero con autoridad y con un encanto personal. Sus respuestas son directas, no confusas. A pesar de su larga estancia en Washington, DC, se resiste a hablar el idioma de los burócratas.
Ruiz se convirtió en el 11vo. director de la Oficina de Política Nacional sobre SIDA en abril de 2024, casi tres años después de que su predecesor, Harold Phillips asumió por primera vez. Él es el primer latino en asumir el puesto y sólo el segundo en ocuparlo luego de una brecha de cuatro años sin liderazgo, desde que el Presidente Trump dejara el puesto vacante cuando Amy Lansky, nombrada por el Presidente Obama se fue al final de su mandato.
El trabajo de Ruiz en VIH se remonta aproximadamente dos décadas atrás e incluye servicio en el gobierno federal. Luego de graduarse en Loyola University en Chicago en 2001, pasó dos años como voluntario de los Peace Corps educando a niños y familias en Ecuador sobre la prevención del VIH. Después de su paso por Ecuador, Ruiz continuó trabajando en VIH, lo que incluyó un paso fugaz por el Latin American Youth Center(Centro de Juventud Latinoamericana) en Washington, DC. No se propuso trabajar en VIH, sino como él dice, “cayó en eso”, pero acabó siendo una salida para encausar su pasión alrededor de temas relacionados con la justicia social, como el racismo, la homofobia, la xenofobia, el desamparo y el abuso de substancias.
Ruiz también pasó más de una década en los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, siglas en inglés), donde moldeó el mensaje de la institución en torno al VIH. Desarrolló conocidas campañas de salud pública, como “Let’s Stop HIV Together”, y empoderó a miembros de distintos orígenes para ser embajadores comunitarios y clínicos en las campañas.
Hace seis años, mientras trabajaba en una campaña sobre el estigma del VIH en los CDC, Ruiz resultó VIH positivo. Aunque había dedicado su vida pública y su energía profesional a erradicar el estigma, enfrentaba las realidades del mismo en su vida privada. Mantuvo su diagnóstico en secreto durante casi un año, no lo compartió con colegas, amigos ni familia. “Yo sabía que iba a estar bien” dice, “pero igual me llevó ocho meses verbalizar que me habían diagnosticado VIH”
Ruiz dice que usa una cinta roja en el trabajo casi todos los días. Algunas veces incita una charla. Algunas veces le preguntan si tiene una extra a mano. En general, espera que la cinta les recuerde a los demás que él es una persona viviendo con VIH que está trabajando a nivel del gobierno federal. “Sé que la visibilidad importa, que la representación importa”, dice. “Tener una oficina que se enfoca en el VIH con alguien que está viviendo con el VIH dice mucho”.
Esa experiencia personal le ha dado a Ruiz un conocimiento muy particular sobre el poder del estigma. Cuando lo diagnosticaron, tenía un trabajo seguro y vivienda, y aun así sintió vergüenza sobre su diagnóstico. Esa realidad reforzó la idea de que la lucha contra el VIH siempre requerirá más que un enfoque de salud pública o biomédico, un hecho que informa su trabajo en la Casa Blanca, donde trabaja combinando muchas disciplinas, una necesidad en el abordaje de la crisis en curso.
“Estoy tratando de derrumbar los compartimentos y las estructuras dentro de este trabajo. La salud pública es justicia social. La salud pública es derecho a la vivienda”, dice.
La lucha holística contra la epidemia del VIH siempre ha sido uno de sus bastiones, de acuerdo con quienes han trabajado con Ruiz. “Él toma su experiencia de vida y sus antecedentes académicos y encuentra un muy buen camino que le permite hablarle directamente a la comunidad y llegar al corazón de temas de política”, dice Cuevas.
Ruiz disfruta la oportunidad de hablar sobre el VIH fuera de la burbuja de “solo salud”. “Colaboro con personas que están trabajando en diabetes, nutrición, vivienda, derechos LGBTQ”, dice. Los activistas del SIDA nos han enseñado que cada uno de estos elementos es parte de un enfoque holístico de la prevención y tratamiento del VIH, en lugar de un enfoque biomédico del tratamiento. “Las personas que trabajan en VIH saben que no se debe tener en cuenta solamente de lo biomédico. Hay que considerar todo el entramado”.
Ruiz continua, “No podemos olvidarnos del aspecto humano de este trabajo. Cuando hablamos de educación [y] movilidad económica necesitamos hablar de lo que significa para nuestros vecinos José o María, tener éxito, conocer su estado de VIH, empezar la PrEP [profilaxis pre-exposición] o recibir atención médica”.
Esa capacidad de pensar holísticamente sobre la epidemia del VIH y cómo afecta a las personas marginalizadas, será una ventaja para Ruiz durante su mandato. Su nombramiento llega en un momento muy difícil para los Latinos queer que enfrentan la crisis del VIH y SIDA en curso. En junio, un análisis de KFF de datos de los CDC, encontró que los Latinos queer están experimentando un aumento en nuevos diagnósticos.
Mientras que las tasas generales de VIH disminuyeron un 23% en la década entre 2012 y 2022, los Latinos han experimentado una baja mucho menor, y en ciertas áreas, incluso han experimentado un aumento de infecciones. Oficiales de salud pública en algunas municipalidades, como condados en Carolina del Norte y Tennessee, así como en San Francisco, han registrado un aumento de infecciones entre los Latinos, especialmente Latinos queer.
Frente a semejantes datos, los defensores de los Latinos han llamado al gobierno federal a declarar una emergencia de salud pública con la esperanza de que se asigne más dinero a las comunidades Latinas. “Nuestra invisibilidad ya no se tolera”, le dice Vincent Guilamo-Ramos, PhD, MPH, co-director del Presidential Advisory Council on HIV/AIDS a The Associated Press.
“Los recursos no están llegando realmente a las personas Latinxs”, dice. “”No estamos llegando al fondo de los desafíos que las comunidades Latinxs están teniendo que transitar”.
Mientras los Negros Americanos continúan teniendo las tasas generales de VIH más altas, los Latinos tuvieron el porcentaje más grande de nuevos diagnósticos de VIH entre hombres gay y bisexuales en 2022. Si bien los Latinos componen el 19% de la población de los EE.UU., representaron el 33% de los nuevos diagnósticos.
“Mi objetivo es que veamos una disminución en los números”, dice Ruiz sobre los últimos datos. “No hemos visto demasiada inversión en la comunidad Latina”.
Ruiz ve su nombramiento como una señal de que el gobierno de Biden toma seriamente las necesidades de las personas Latinas que viven en los Estados Unidos. “La comunidad Latina ha estado deseando un liderazgo visible. No tomo mi nombramiento a la ligera”, dice.
Si bien es cierto que ayuda tener una persona Latina abiertamente queer viviendo con el VIH en este puesto específico en este momento, y aunque Ruiz haya dudado por un momento cuando le entregaron el micrófono, sabe que es importante pasar el micrófono a otros en sus comunidades para que puedan contar sus historias.
“Me he enfocado en asegurarme de hacer un mejor trabajo al contar nuestra historia”, dice. “Nuestro liderazgo tiene la obligación de acercar a personas que tal vez no han sido convocadas, y no solamente traerlos a la mesa, sino darles una pluma para que escriban políticas e informen decisiones, y no ser simplemente una representación vacía”.
Ruiz también sabe que una parte importante de su trabajo es identificar nuevos legisladores en el Congreso que defiendan las causas y busquen la financiación del VIH. Si bien los fondos para el VIH han sido desde hace tiempo un tema bipartidario, a medida que el sentimiento anti-LGBTQ crece dentro del partido Republicano, dinero que estaba disponible para luchar contra la crisis del SIDA corre peligro de desaparecer.
De acuerdo con GMHC, una ley presentada para 2025 por Republicanos del Congreso, propone recortar fondos para el VIH en hasta $767 millones. (La financiación de la prevención y el tratamiento del VIH está siendo atacada por todos los frentes del espectro político. Por ejemplo, el alcalde de New York, Eric Adams propuso un recorte en el programa que ayuda a personas a mantenerse indetectables. Sin embargo protestas públicas llevaron a revertir dicha propuesta).
“Siempre hemos tenido defensores como Maxine Waters, Barbara Lee y Nancy Pelosi”, dice Ruiz de las congresistas de larga data. “Aquí siguen, y aún son fuertes, pero una de mis prioridades es identificar nuevos líderes en el Capitolio para continuar con el mensaje”.
En ese sentido, Ruiz se propone hacer lo que más le gusta de su trabajo: establecer vínculos y contar historias. Si bien los primeros anuncios sobre su nominación lo marcaron como el primer Latino en asumir ese puesto, tal vez es aún más importante que él cuenta con una gran red dentro de la comunidad Latina. Él no es una luz perdida, es un conector, alguien que quiere crear conexiones entre las voces correctas y las personas adecuadas en el poder.
Ruiz espera poder generar un nivel de complejidad a la forma en que se discute sobre los Latinos, sobre cómo están representados y sobre la atención del gobierno. Aunque algunas comunidades marginalizadas han recibido grandes aportes debido a la carga desproporcionada que les impone la epidemia, la comunidad Latina no los ha recibido, dice.
Su plan incluye reunir múltiple grupos que atienden a Latinos, tanto dentro como fuera de la esfera de salud pública, para asegurar que estén abordando las necesidades específicas de los subgrupos de la comunidad Latina.
“Lo que un mexicano recién llegado necesita difiere de las necesidades de los mexico-americanos de tercera generación”, dice Ruiz. “Hay muchos matices complejos”.
Para algunos, tender caminos internos para una comunidad tan multifacética como la Latina puede parecer un desafío descomunal. Pero para Ruiz, atender a personas que él conoce, personas que son parte de sus muchas comunidades, es la razón que lo ayuda a que este enorme trabajo que tiene por delante sea factible.
“He estado tratando de unir la salud pública con las políticas de estado, lo que siempre llega de vuelta a la comunidad”, dice.
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